Alegato por los pueblos indígenas 1997
Fue escrito a colación de que en 1997 varios miembros de la ESDM Carlos Cuellar , Jesus M Rodriguez , Cesar Guijarro , Alberto Moya y el que suscribe ,cruzáramos para reivindicar los derechos de los grupos indígenas tribales :la parte mas árida del desierto de Sonora a pie , la isla ártica de Spitsbergen con esquís , yo cruzara dos veces la Laponia Finlandesa solo una con esquís y otra a pie y intentáramos sin éxito cruzar Panama por el Darien(actividad intensa de la guerrilla y los contras )
En la actualidad, y a pesar de la preocupación de gobiernos y ciudadanos por la naturaleza y por la protección de los espacios naturales, en la mayor parte de los casos esta protección no suele alcanzar a los grupos indígenas que, desde hace milenios, los habitan.
Un ecosistema sin ellos sería como un cuerpo sin su alma. Piensan, sienten, hablan y han desarrollado a lo largo de los siglos una filosofía de vida que realmente armoniza con la Naturaleza. Y sin embargo empiezan a tener, en muchos lugares del mundo, menos derechos que sus hermanos animales. Se les encarcela por cazar para alimentarse -cuando actualmente se matan piezas por deporte en lo que en otros tiempos fueron sus tierras. Su religión, al ser minoritaria, se la menosprecia cuando tal vez sea el culto más puro y espontáneo de la Tierra. Se les agrupa en poblados lejos de sus tierras, se les hacen promesas de escuelas o ayuda médica -que en muchos casos nunca se cumplen- y construyen presas y otras grandes obras de las que ellos no sacan beneficio alguno pero que alteran de modo irreversible los ecosistemas que conformaron originalmente sus tierras.
Algunas personas piensan que son como niños a los que hay que enseñar nuestra forma de vida, olvidando el relativo fracaso de nuestro sistema. Otros los inmortalizan como trofeo de sus vacaciones con el incremento de un mal entendido etnoturismo del que ellos no suelen sacar ningún beneficio. Pensamos que no tienen nada, pero lo tuvieron todo y aún son los Guardianes del Paraíso. Les calificamos de paganos, salvajes o primitivos cuando sólo en una sociedad como la nuestra se dan asesinos múltiples o guerras fratricidas. Evidentemente no son perfectos pero son más humanos que muchos de nosotros. ¡Cuánto hemos olvidado nuestras raíces! Quizás por orgullo queremos olvidarlos reduciéndolos sólo a algo folklórico o digno de estudio. Si estorban mucho, se les llega a matar impunemente, y ellos casi nunca se resisten. Aceptan a veces su extinción como una especie de suicidio colectivo o la transformación en semi-civilizado bajo nuestras normas. ¿Es que somos tan necios que queremos olvidar lo que fuimos? ¿Tal vez nos avergonzamos de lo que somos y nos molesta que alguien nos lo recuerde?
Es evidente que no pertenezco a ningún grupo indígena tribal, aunque a veces lo lamento. No conozco todos las problemáticas que los afectan, pero con una generosidad que sólo ellos son capaces de transmitir, me han permitido tocar y sentir su mundo. Es difícil no cambiar, si esto te sucede, y ponerte de su lado. ¿Qué importa al fin y al cabo juntarmi medalla de la comunión con una uña de jaguar? ¿o un cristal o una pluma de calao? ¿Qué importa volverse pagano o tan sincero que llegue a resultar uno poco diplomático? ¿Y qué importa sentir la Tierra en el corazón o perder el tiempo a favor de una causa perdida? En el siglo XXI tal vez no hay sitio para ellos. Quizás entonces tengamos selvas convertidas en santuarios. Puede que los animales dejen de extinguirse pero a nadie parece importarle que el siglo que viene los descendientes de nuestros ancestros hayan olvidado lo que fueron.
Puede que uno no sepa hacer muchas cosas por ayudarlos, pero yo he querido reivindicar sus derechos, ¿por qué no? caminando. Y no he estado solo, algunos buenos amigos me han acompañado. Recorrer 1300 km a través del desierto, el frío del ártico o la humedad de la selva puede parecer ridículo si se analiza la magnitud del problema -miles de años de conocimiento a punto de diluirse como el agua de un arroyo en la inmensidad del océano-. Sin embargo, esto nos ha ayudado a volver a nuestras raíces, al lado de estos pueblos indígenas, y nos ha permitido llevarles este mensaje:
No estáis solos.
Nuestra insignificante contribución y sensibilidad hacia ellos tal vez se convierta en algo intrascendente pero pensar esto no va a detenernos. En nuestro mundo también existen cosas buenas: resulta extraño, pero nos estamos volviendo solidarios. Al menos sólo por egoísmo deberíamos echarles una mano, ya que sus valores hacen buena falta en este mundo de «salvajes».
En las tierras casi vírgenes que tanto valoramos los «civilizados» hicimos muchos buenos amigos y amigas. Nos pidieron ayuda, no podríamos vivir dándoles la espalda, ya que traicionaríamos a la mejor parte de nosotros mismos. Tiempo es de que las águilas sagradas de los Seris vuelvan a volar, de que los San vuelvan a rastrear los Eland y los Yali no tengan obstáculos para venerar a sus ancestros. Y tiempo es ya de honrar a los muertos de Wounded Knee. Probablemente no será como antes, pero ellos saben adaptarse a los cambios del mundo que les rodea, la decisión debe ser suya: la continuidad o el abandono de la vida tradicional. Se han ganado ese derecho durante miles de años. Si construimos nuestro futuro sin ellos habremos perdido nuestras raíces y marcharemos semivacíos por la historia. Después de cada aullido del lobo o cada soplo de viento que recibamos en nuestros bien conservados ecosistemas, y de cada animal salvado de la extinción o cada litro de agua sin contaminar, nos preguntarán con pena ¿qué hicisteis con los que convivieron con nosotros como hermanos? ¿Qué hicisteis con vuestros ancestros? ¿Dónde están los Guardianes del Paraíso? Sólo los «civilizados» hemos sido capaces de llevar la vergüenza y la desolación allá donde, en otros tiempos, hubo pueblos libres, orgullosos y autosuficientes.
¡Aún podemos arreglarlo, no les queda mucho tiempo!
Jaime Barrallo Blasco
Chapeau! Para quitarse el sombrero!