LA RUTA DEL SOL DE MEDIANOCHE
350 km
Travesía de la Laponia finlandesa a pie, en canoa y bicicleta
La travesía de Laponia es la primera ruta que realmente abrí y diseñe yo, aún hoy en día, después de 12 años, sigo siendo el único que la guía.
Desde las colinas del Ounas en Enontekio a Rovaniemi, siguiendo los cerros de tundra del Parque Nacional Ounas Pallas Tunturi, donde pastan los renos y viven las perdices nivales a más de 68º norte, después de 3 días y 50 km.
Esta es la parte más relajada del viaje, en una de la cabañas del parque hay una sauna donde te puedes dar una ducha, es muy hippie eso de echarse cubos de agua caliente y fría unos a otros; también las hogueras, la recogida de bayas, setas “si hailas”.
Pronto descendemos al bosque boreal de las orillas del río Ounas. Se acaba Disney y empiezan las operaciones especiales. Por el río navegamos 120 km en canoa, entre rápidos fáciles y zonas de calma hasta Kaukonen, hay algún pueblo en las orillas pero el concepto finlandés de pueblo y más en el norte, se reduce a unas pocas casas de colores salpicando el verde, no hay bar, supermercado, iglesia ni nada que se le parezca, para ello los vecinos deben ir a Kitila. No son más que casas a un lado y otro de la carretera y gasolinera un centro de reunión. En Kitila dormimos una noche y si ese día no cierra pronto podemos bebernos algo en el único Púb y como decía un cliente: comandante “nos peleamos con cadetes de otras academias”, es broma solo encontramos finlandeses alegres, si es finde. El río, no exento de emoción en algún, tramo solo tiene el peligro de acabar en el agua: con el neoprenillo y la licra no se lleva mal y no son tantos, los que se bañan, después de alguna piedra traidora, yo las doy con el remo para que aprendan la próxima vez a no descabalgar mis chicos-as. En Kaukonen acaba la infiltración fluvial, la resistencia del norte se lleva las canoas la de el sur trae “los caballos”y se llevan a la capi todo lo que nos sobra.
Por las pistas de tierra y un poquito de asfalto: no llegan a 20 los km que no son de tierra en los 180 km totales de bosque, donde los renos corren a veces delante de nosotros y muchas veces los urogallos cruzan la pista con su vuelo forzado.
Pasamos solo por dos pueblos, uno tiene supermercado, hasta llegar a Rovaniemi. La liberación de Rovaniemi es un clásico desde la primera edición en 2001, nunca hemos sabido de quien, la ¡verdad es que el paisaje y el ambiente recuerdan a un peli de la Segunda Guerra Mundial.
Debajo de la colina de Ounasvara tiramos las gorras, perdón, los cascos al aire y viene eso de:» comandante sin usted no lo habría conseguido», realmente casi todos lo consiguen, hasta Toñi la coja que se lesiono en el trekking y llegó hasta Rovaniemi o alguno que lo más parecido a montar en bici que había hecho era ver el tour en la tele y solo cuando lo ganó Indurain.
El día siguiente viene el paseo triunfal en bici por la city, fichar con Papá Noel si no le pillamos comiendo.
Allí nos cruzamos en la raya simbólica del círculo polar con los que lo acaban de cruzar bajándose del coche, nosotros salimos de él después de 11 días de pie, remo y pedal. Realmente me he relajado, en los dos primeros viajes casi no dormíamos en casas, ahora si exceptuamos una noche en el parque y otra en la bici, donde no cabemos todos y a alguno le toca tienda, el resto dormimos a cubierto, la mayor parte de las veces en cabañas que son casas donde uno querría vivir. Finlandia es el país de las casitas de alquiler en los sitios mas insospechados.
Luego la visita al Articum (museo polar) que suele acabar antes de tiempo, porque el personal quiere comer y arruinar al buffet del Rax, otro clásico.
Ya solo nos queda la cena y el baile, mi reno guisado no tiene nada que envidiar al de los restaurantes.
Realmente las claves para poder celebrar el triunfo en esa cena son: no ser quejica por llevar una mochila para tres días, no tener miedo al agua, y montar en bici, no vale un paseíto por carril bici sin cuestas, hay alguna etapa de 70 km, aunque nos tiramos todo el día para hacerla.
Solo llevamos en cada fase de trekking, canoa y bici lo necesario para ser autosuficientes, no hay coche de apoyo, que esto no es Disney. Solo interviene la resistencia si pasa algo gordo: bici o canoa fuera de combate o cadete averiado.
Otra clave es olvidarse de soy YO y mis vacaciones y asimilar que somos un grupo y solo haciendo piña la cosa saldrá como para recordarla y decir eso de: “corría el verano del dos mil y pico; fue un verano frío y húmedo como no se había visto en años; en el río había olas de tres metros y piedras más grandes que bisontes, los lobos y los osos nos acechaban, yo estuve allí, hijo mío, con el comandante: medía 2 metros, tenía un brazo como mi muslo y era capaz de cabalgar un alce. A pesar de las dificultades, todos alcanzamos la gloria de liberar Rovaniemi; hasta aquel chico gordito y la maruja y los italianos que no entendían los chistes del jefe tiraron el casco al aire bajo la colina de Ounavara, qué tiempos aquellos…”.
Al día siguiente, aeropuerto, direcciones y se acaba el Nunca Jamás, aunque yo vuelvo cual Peter Pan año tras año. Como decía la canción de un dragón que jugaba con un niño en la playa: «los dragones siempre son dragones pero los niños se hacen mayores».