Aunque conozco otros países africanos, Kenia aunque es un clásico no había estado nunca entre mis “misiones”.
Para Eland Expediciones guié un grupo, más bien una “célula” de mis viejos clientes en este país el invierno pasado. Esto me permitió conocer el Masái Mara; hacer un trekking por las Loita Hill en pleno territorio Masái, donde solo viven ellos; acabar en Naivasha donde puedes “torear” hipopótamos en el lago, con motora claro; hacer fotos de aves y otros bichos en las orillas; visitar un parque nacional en mountain bike “africana”, y recorrer un pequeño cañón, el Hell Gate, que da nombre al parque.
Todo en un viaje completamente al african way (manera). Juanra de Eland Expediciones ya me advirtió, “llevas toda la tripulación africana, ya sabes eso es bueno pero tiene sus cosillas. Seguro que te apañarás, además vas con algunos de tus incondicionales les gustará”.
Diego y Saúl han estado conmigo en bastantes “misiones”. A los dos los fiché, en diferentes promociones del Sol de Medianoche, una travesía de Laponia, andando con canoa y bicicleta, que guio para Tierras Polares. Diego estuvo conmigo en el Yukon también con TP, Saúl vino al Sahara con dromedarios, los dos vinieron, junto con más veteranos, a abrir la ruta de Australia para Eland Expediciones con buceo y todo. De milagro no abrimos un viaje de trekking y bichos en India el ultimo octubre, lo tenemos pendiente el próximo otoño: Diego decía “ya cuatro continentes y cuatro años seguidos, con el comandante esto me lo tengo que mirar”, Cristina la chica de Diego era la novata del team, aunque Argentina no es una rubia pija porteña, tiene cara de india, es de Mendoza, cerca del Aconcagua, la cadete apunta maneras y encajó perfectamente en la misión y el african stile a parte de tener loquitos a todos los miembros nativos de la tripulación.
El staff local lo componen Karls el jefe: samburu Patric: kikuyu, un intrépido conductor con modales y lengua inglesa propios de un profesor de Cambridge; Denis un Masái vestido a la europea, un gran tío y un excelente puente, entre su cultura y la nuestra.
Siempre en estos viajes para abrir o reorganizar rutas que se salen de lo considerado turístico hay que andar compensando, lo autentico de contar con gente local, el que su cultura no es la nuestra y cosas que para nosotros son importantes no lo son para ellos.
Antes de pasar el control de pasaportes, suena mi móvil un mensaje era Juanra de Eland: “Karls viene desde Turkana con retraso, plan B”. También me pasa el precio de una carrera de Taxi a Nairobi.
El plan B consiste en acelerar la compra de una tarjeta de móvil local, llamar a Karls, buscar un taxi pasarle al chofer, el teléfono, con Karls al habla. Un local por medio, impone más respeto a un taxista y evita que salga con algún “fuera de pista”.
Nairobi no tiene mucho que ver, una de las cosas que cambiamos es dormir la primera noche allí, mejor llegar en un vuelo mañanero e ir al Masái Mara del tirón.
El viaje hacia el parque viendo la falla del Rift es más que curioso.
Pronto después de ya haber visto la primera fauna a lado de la carretera, acampamos al lado del río Mara. Hay un gran talud de arena, en ambas orillas, los hipopótamos no lo escalarían, los elefantes tampoco, no hay leones tan lejos del centro de la reserva.
Estar tan cerca es sin embargo una oportunidad, para observar el atardecer y el amanecer se acercan, antílopes de agua, gacelas, jabalíes verrugosos, impalas, cebras y hasta alguna jirafa despistada. Según Denis a veces incluso vienen elefantes, los hipopótamos también pululan por el río, resultado aquí no hay cocodrilos. Casi nunca están donde hay hipos estos les atacan para proteger las crías.
Pronto estamos en marcha para el primer hurry shoot, o sea, safari. Esto viene de que no se debe dar mucho la brasa a los animales, parando una hora en cada uno, cuando considera que pasa el tiempo legal Patric advierte: «hurry shoot”, «rápido, dispara” (la cámara) y vamos a por otro grupo de bichos.
Esto es necesario e importante esta tarde estamos solos, pero si hay más vehículos, el animal está literalmente rodeado y el estrés, para algunas especies, no es muy sano.
Como Denis se ha quedado con Karls de pinche nos llevamos a Juanito (John) un Masái vecino del campamento, con manta roja reglamentaria, es un buen ojeador.
Encontramos bastantes especies: gacela de Grant y de Thomson, impala, antílopes, topis, pukus, blesbook, bubal Eland, dik dik, ñu azul, antílope de agua, cebra de Burchell, jirafa masái, búfalo cafre, elefante, cocodrilos, hipopótamo, jabalí verrugoso, león, guepardo, hiena manchada, chacal dorado, zorro orejas de murciélago (traducción libre del inglés), mono babuino y unas 15 especies de aves, incluidas avestruces, serpentarios, pintadas, dos especies de carracas…
Esto es lo que vimos y casi todo ingresa como foto en Vivitos y coleando pero también hay leopardos, perro salvaje (licaón), rinoceronte negro, cerdo hormiguero, lince Karacal, gato salvaje, liebre africana, oribi, duikier, chacal negro, gato serval, varias especies de mangostas y civetas… Esto lo dejo para la próxima, si hay suerte “que tampoco hay que ir arrasando, pues Pachi”
Sobre las migraciones de ñus, que no tocaban en este mes Patric decía “si hay más animales pero todos iguales”, es cierto que una masa tan grande de una sola especie, desplaza a las demás, al comerse casi todo el pasto aunque luego volverá a crecer en poco tiempo. Sobre los videos de cocodrilos, nos contaba: “Bueno si se comen ñus, pero solo, en algunos sitios donde no hay hipopótamos, hay bastante agua y las orillas son escarpadas. Por otros lugares pasan sin problemas o ni siquiera hay cocodrilos”.
O sea que a juzgar por la cantidad de documentales existentes, en los sitios en cuestión y en ese tiempo, hay más cámaras que en una final del Barsa y el Madrid.
La excursión de la sabana, tuvo algún momento de cuidadín. Lo de ponerse con la furgo, al lado de leones, búfalos o elefantes, no fue problema, hasta en una orilla escarpada del río nos bajamos a ver los hipopótamos de cerca (este es uno de los animales más peligrosos de África), se confirma que escalar no les pone lo más mínimo. Los búfalos de vez en cuando, hacían un amago de cargar, dirían como Gila “uuyyy como vaya yo”, pero nada, paso “palante y luego pa tras” como Chiquito. Una vez se nos quedo la furgoneta en el barro, a lado de unos 200 búfalos, silbábamos para disimular mientras empujábamos. Lo más crack fue el vadeo, en la bajada de una pista había un río. No era muy ancho pero en el lado izquierdo había un hipopótamo, o sea cubría un poquito. Jhon le señala a Patric el lado derecho, como sitio de paso, el hard driver, acelera y cruza, no muy lejos del hipopótamo, en plan Moisés en el mar Rojo. El vehículo no se hunde mucho, debe de haber poco fondo, por donde rueda, pero el pozo esta hay mismo a pocos metros, con bicho incluido. Patric se excusa después “con un grupo normal no lo habría hecho comander, pero con vosotros es diferente, estamos en familia”.
Después de dos días, de cuatro incursiones y dos atardeceres y amaneceres en plan Karen Blixen. Nos mudamos a las Loita, no tardamos mucho en llegar al campamento donde empezará la ruta. Aquí nos esperan dos nuevos fichajes Samuel y Okis. Aunque Samuel lleva reloj y móvil, ya es dificilísimo que un Masái no use estos dos complementos de la modernidad, ambos llevan el atuendo tradicional y un palo, pero no llevan armas, ni espada, ni lanza ni siquiera Rungu (bastón de lanzar). Explicaban “solo lo llevamos si estamos con el ganado, o cuando hacíamos las patrullas”. Este es un término que define una actividad compleja y que era muy importante para el pueblo Masái, los jóvenes entre los 15 y los 20 años (si vemos lo que circula en Internet se habla de de los 15 a los 30, no lo pongo en duda pero prefiero la información de primera mano) según ellos los jóvenes Masáis recorrían armados el territorio, sin apenas contacto con las maniiatas (poblados) y no podían casarse, hasta pasado este tiempo y según la tradición ya no usaban armas después de este periodo. Vamos como nuestra antigua mili, pero en versión sabana y más larga. Con la modernidad y la falta de enemigos sobre todo, esto se va perdiendo.
Aunque sí es cierto que aún usan las armas, cuando van con el ganado, en el trekking nos cruzamos con un grupo de “niños” de unos 12-14 años con lanzas más altas que ellos y espadas cortas al cinto. Pregunte porque tan jóvenes, respuesta fue “es sábado los mayores libran el finde”. Estos entre semana están en la escuela. Bajo nuestro prisma lo veríamos como explotación infantil, para ellos es una forma, pienso de no perder la tradición, de que un joven debe seguir siendo capaz de usar la lanza y matar un león si hace falta.
Los niños nos cuentan que no hace mucho han visto un grupo de leones en la zona.
Okis, en su mal inglés, nos cuenta que mató un león con lanza y espada, defendiendo una de sus cabras.
Samuel que habla más inglés le corrige “no hombre no, no fue un león fue un leopardo”. Bueno pensé yo: “Hostia pues, Pachi leopardos mato yo 10 o 12 con lanza cada sábado y sin la cuadrilla, que pa eso somos de Bilbao”.
Denis cuando era adolescente participó, con veinte de su pueblo, en una caza de león de verdad, le cogió de la cola, me dijo. Arroja una lanza de los niños a una diana imaginaria y sí parece no haber olvidado su uso.
Era común cazar leones con este arma y de este modo comunal, usaban las melenas para hacer un característico tocado de cabeza, antes de la llegada de las mantas rojas inglesas, vestían con piele,s normalmente de ganado, pero algún guerrero distinguido por su valor, podía llevar pieles o trozos de piel de león o leopardo en sus vestiduras, según mis informantes.
Ahora la caza para estos fines está prohibida, lo que no deja de ser una injerencia externa en una tradición muy importante para ello,s en un país donde se matan miles de animales para acabar disecados o como alfombras en la casa del que puede pagarlo aunque cazar un león no esté en sus tradiciones, “Oye Pachi, tu estas seguro que en Bilbao no, pues”.
En el trekking de las Loita caminamos durante 5 días, por el territorio de este particular grupo étnico. Vimos de todo maniiatas tradicionales, grandes puebloscon uralita con un estilo más África en desarrollo, nos cruzamos con muchos hombres con ganado, con mujeres cerca de los poblados, incluso un gran grupo que venían de una boda y llevaban agua miel, que nos dejaron probar, como no, decenas de niños se acercaron también a alguno de nuestros campamentos.
Dimos saltos con ellos en una maniiata, entramos en una choza, hicieron fuego, aun por frotación de madera, lo de sangrar la vaca faltó, éramos pocos esta vez y es una ceremonia cara (relativamente). No hay que rasgarse las vestiduras, por pagar algo, por estas cosas, no es solo que los tiempos de Livingston, pasaron hace un siglo. Imagínate que eres de un pueblo con alguna ceremonia, baile tradicional que se hace solo en ocasiones contadas y unos guiris, pretenden que las hagas, justo en el momento, cuando vienen al pueblo de visita, sin avisar y encima un ratito.
Habría dos opciones que el guiri se aguante y vuelva cuando es, o para que no se valla sin verlo, intentar decírselo a unos pocos, hacerlo, si se puede y por lo menos sacar para cañas y los gastos que produzca el evento.
Aquí el dinero obtenido no es para cervezas normalmente. La economía de muchas maniiatas, es más que de subsistencia y es fácil que la gente del poblado, si no están con el ganado o en otras ocupaciones, colabore en estos temas y todos saquen algo.
De otra forma y sin vivir allí estas tradiciones, serían difíciles de ver los programas documentales en general también se hacen así, doy fe. No deja de ser un modo honrado de que los locales, ganen dinero y de contribuir, a conservar algunas tradiciones.
Otra experiencia muy africana es el derecho de paso, traducido a “por aquí si hacen falta porteadores os lleváis a los del pueblo”. Es normal y no hay otra, nosotros sentimos tener que despedir y nunca mejor dicho a Okis y Samuel habían dormido tres noches por voluntad propia solo con sus mantas tradicionales (con lo puesto al fin) al lado de nuestro fuego, aún recuerdo la felicidad de los dos, e incluso de Denis, cuando miraron la luna por mi telescopio terrestre, de ver animales o las estrellas con el visor nocturno, estuvieron allí, justo en el claro donde salí del bosque, después de un alocado hurry shoot tras los monos colobos de cola blanca, en previsión de que me fuera hasta Toledo y no encontrara el campamento “hombres de poca fe” (era una emergencia se piraban los monos, ni cogí el GPS ni na).
Nos trasmitieron no solo su cultura también su particular forma y alegría de vivir.
A partir de donde se fueron Patric tomó otro camino, el coche no pasaba por esta zona de colinas, atrás queda la sabana donde habíamos visto muchos animales y aves, nos encontraríamos con él y el coche en un pequeño pueblo al otro lado de los cerros Masáis menos simpáticos, nos ayudan a llevar la carga durante dos días, nosotros Karls y Denis llevamos una parte, por la noche se van a una maniiata cercana.
Esa noche como el sitio de acampar no es muy plano hacemos ademán de separarnos un poco con las tiendas, error, Karls nos invita a agruparlas cerca del fuego el día antes los niños nos habían contado lo de los leones. No se ven pero al haber ganado, eso significa, que los predadores de la zona, desde leones a leopardos o hienas, pueden rondar por allí.
Kenia hoy en día es un país delicado para traer un arma salvo que vengas a cazar con el montaje consiguiente de pasta. Ni si quiera he intentado lo de pasar por la aduana, un espray anti osos
Por fin estamos en el pueblo donde nos espera Patric.
Dormimos en un lodge local, majo pero sin muchos lujos, tiene una cerca de cemento más bien alta alrededor, es como un fuerte, en un pueblo donde la consigna es, no andes metiéndote en garitos locales sobre todo de noche. Denis se aventura a vivir la noche y al día siguiente me cuenta su experiencia: “Mucho peligro Comander gente peleando a mí me han dicho, tu no te metas que no eres de aquí. Pero yo estaba tranquilo, llevaba tu navaja y se abre la chaqueta y me enseña la navaja que le había regalado yo ayer en su cinturón”. Menos mal, pienso yo que te vale, con llevar algo mío, como me hubiera tocado pegarme con africanos de la NBA, por la talla, no sé cómo hubiéramos acabado, lo de entrar con el 30 -30 en plan Quaterman está un poco “de modé”.
En las Loita, Denis recogió un cuerno de cabra del suelo y me lo dio, yo que parezco nuevo lo volví a dejar en el suelo. Pregunto “¿Es una broma o un regalo?”, “un regalo” dice muy serio, por lo que lo vuelvo a coger del suelo. Espero que la cabras masáis no estén protegidas con código CITES porque el cuerno vino a España claro y está en casa.
Al día siguiente nos vamos a Naivasha un lago lleno de hipopótamos, aves y animales varios en las orillas, después de acabar el toreo de hipos en una embarcación con fuera borda, el piloto sale por pies dándole al gas del motor cada vez que un hipopótamo se sumerge. Como no hay predadores el barquero nos deja en una orilla donde varios animales corren a pocos metros de nosotros, hay quien dice que estos animales, se trajeron para rodar escenas de memorias de África. Karls y el resto del team dicen que no que siempre estuvieron aquí, sea como sea son salvajes y no se asustan de la gente, viven muy cerca de la casas, a veces nos comenta la parte africana del comando que algún leopardo también se deja caer por aquí.
Al día siguiente visitamos el Hell Gate (puerta del infierno).
Desde la bici también vemos animales, aunque aquí no hay predadores para evitar conflictos con los visitantes.
El Hell gate es un pequeño barranco ahora prácticamente seco, pero en las últimas lluvias una crecida, ahogó a varios estudiantes que se empeñaron en recórrelo cuando no se debía.
Por la tarde hacemos la última observación de animales, fotografiar un ibis negro arrastrando por el suelo africano me cuesta un ataque de hormigas bravidas, también aquí fue el famoso incidente del búfalo contado en Vivitos y coleando. Está de suerte esta sección, con solo una pequeña parte de las fotos de bichos de esta “misión”, abrimos hoy la nueva sección africana del zoológico virtual.
Al día siguiente nos volvemos a Nairobi con Karls. Después de hacer todo lo que se hace cuando uno visita una ciudad que no es la suya, acabamos en un garito local, cuando salimos para coger la furgo, esta no arranca, el cargar nuestras baterías, días atrás, ha hecho que nuestro fiel Patric se funda la del coche. Con Karls al volante “los vainillas” se ponen a empujar. Un grupo de jóvenes africanos, de un Nairobi muy lejano al de Memorias de África, contemplan la escena divertidos: “Pero esto está pasando en África comentan partiéndose de Risa”
Sí, chico y ojalá siempre sea así. No hay negros ni blancos, solo seres humanos y la vida.
Espero volver pronto. Tengo amigos de muchas razas, culturas y religiones eso cuando me vaya de aquí, de la vida, no de Kenia, será probablemente lo mejor que me lleve. Espero que en la próxima no haya diferencias y un ser humano no sea menos o más por una causa tan ridícula como el color de su piel.